Zhang Yimou, como ya hiciera en su siguiente cinta "El camino a casa", abarca el tema de la educación en el mundo rural y/o marginal. En este caso es una niña de trece años que se ve obligada a sustituir al profesor titular de una escuela y, éste le promete 10 yuan si a su regreso permanecen en la escuela todos los niños. No se trata de dinero, se trata de no privar a nadie de un derecho fundamental como es la educación.
Partiendo de la base de que los actores no son profesionales, la sencillez en los diálogos, muchas veces redundantes, se pasa por alto. Wei Minzhi, la niña maestra, es la Wei Minzhi real, así como el alcalde y el niño rebelde que huye a la ciudad. Wei decide ir a la ciudad en busca del niño haciendo gala de un enorme tesón; es aquí donde la historia se traslada a un universo desconocido por los dos jóvenes protagonistas, un universo de coches, edificios altos y gente que únicamente ve en esos niños un incordio sin saber que en humanidad y valores no hay quien los gane. Yimou hace uso de cámaras ocultas que dan más realismo si cabe a las escenas.
Bailando entre el cine de ficción y el documental, Yimou realiza de manera sobresaliente, con algún exceso perdonable de moralina, un producto que emociona, transmite y da que pensar. Alguna secuencia es bella hasta decir basta. Un León de Oro del festival de Venecia más que merecido. Un 8 sobre 10.
Bailando entre el cine de ficción y el documental, Yimou realiza de manera sobresaliente, con algún exceso perdonable de moralina, un producto que emociona, transmite y da que pensar. Alguna secuencia es bella hasta decir basta. Un León de Oro del festival de Venecia más que merecido. Un 8 sobre 10.
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