El director y guionista francés Philippe Claudel presenta en éste, su segundo largometraje, una historia simpática con momentos verdaderamente graciosos y personajes que hacen que la película merezca ser vista.
Si hay silencio, ¿no hay nada?. Yo creo que no...El silencio es una manifestación más en cualquiera de las disciplinas. Un slencio en música es tan necesario como la nota más aguda o la más grave, un silencio puede decir más que una masa de gente discutiendo sobre el origen del Universo...El silencio en el amor es, ausencia de amor, pero esa ausencia es tan necesaria como el barbecho en las cosechas...
Es lo que debe pensar Alessandro (Stefano Accorsi -actual pareja de Laetitia Casta con la que tiene dos hijos-), profesor italiano de música barroca en Estrasburgo que, de manera altruista, se dedica también a leer novelas a enfermos terminales. Su mujer murió cuando la hija de ambos, Irina (Lisa Cipriani), tenía cinco meses (ahora tiene 15 años), con lo que no sólo se tiene que hacer cargo de ella, sino también de su hermano, un anarquista y antisistema que no hace más que desear que Berlusconi deje el poder en su Italia natal; es el que pone la nota cómica en la historia; muy buen personaje...
Con este panorama, Alessandro vive para los demás, dejándose su propio cuidado en un segundo plano. No parece sentirse solo, lo que no es raro por el grupo de amigos que tiene; pero su hija y su hermano son los que no paran de hacer triquiñuelas para que Alessandro encuentre una mujer.
Tiene secuencias muy vivas y graciosas destacando en las que aparece el hermano anarquista y una de él en su clase bailando encima de la mesa (aquí me recordó un poco al Roberto Benigni de "La vida es bella"). Un 6 sobre 10.
Tiene secuencias muy vivas y graciosas destacando en las que aparece el hermano anarquista y una de él en su clase bailando encima de la mesa (aquí me recordó un poco al Roberto Benigni de "La vida es bella"). Un 6 sobre 10.
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