26 de agosto de 2009

"El séptimo continente". Primer golpe en la mesa de Haneke

La primera de las películas en 35mm de Micahel Haneke y la primera de una trilogía sobre la violencia a través de la realidad social; luego vendrían "El vídeo de Benny" y "71 fragmentos de una cronología al azar" (También comentada en este blog).

Esta que ahora me ocupa no sé si es la mejor o la peor de la trilogía, pero está claro que empieza a desmenuzar el lado oscuro de la sociedad actual, y dentro de esa sociedad a la que se encuentra dentro de la clase burguesa de un país desarrollado. Haneke dice que en este film se pueden sentir identificados tanto un japonés, como un austriaco cono un americano (siempre y cuando sean de la clase media-alta).

La peli está dividida en tres partes, son distintas fechas pero a nivel argumental parece no haber cambiado nada. Todo es circular, los días son circulares.

Ya al comienzo de la película puedes averiguar de qué tratará. Un tunel de lavado, de principio a fin. Luego a base de planos fijos y cortos se nos va mostrando la rutina de una familia en una mañana cualquiera. Abrocharse los cordones, preparar el café, despertar a la hija, desayunar, lavarse los dientes,..., todo ello sin mostrarnos la cara de los padres ni de la niña, para que en esa situación nos podamos identificfar cualquiera.

Con tal de llamar la atención, la niña finge haberse quedado ciega, tras haber leído un artículo en un periódico en el que salía una niña ciega rodeada de gente que le quiere.

Todo parece mecánico, y además se nos muestra así. Al cobrarles la compra tienes que oír todo ruido que hacen las maquinas registradoras al pasar todos y cada uno de los productos comprados, ves como el rollo de papel para el tiquet va saliendo del rodillo, tienes ganas de que acabe ese plano pero Haneke te lo muestra hasta el final con el propósito de transmitirte a ti lo que sienten los personajes.

La familia sueña con un mundo mejor en "Australia" (séptimo continente) que en la película se materializa primero con una imagen fija de una playa. Al principio te parece paradisíaca, pero conforme va saliendo esporádicamente esa imagen (ya en movimiento y con audio) esa playa (sin vida humana, rodeada de montañas y siniestra) te va atrapando casi tanto como los tabiques de tu vida diaria.

Aún lejos del final de la película ya sabes cómo va a terminar pero no cómo se va a llegar a ese final.

Especialmente agobiantes-magistrales son las secuencias del túnel de lavado y cuando se deshacen de la guita echándola por el váter.

La secuencia final es duradera, atrapante, agobiante y montada con una maestría absoluta.

Es una historia que en su día leyó Haneke en un periódico y decidió llevarla al cine porque le había sobrecogido. ¡¡¡Mira tú por donde que parece que se pueda sobrecoger al director más sobrecogedor!!!

Sin hablar desde la admiración pienso que ya no solo la película sino la trilogía merecen la pena, pero mi consejo es no ver las tres seguidas para no acabar hospitalizado en psiquiatría. AUPA HANEKE

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