1 de mayo de 2012

"El árbol de la vida". Una imagen vale más que mil palabras.


¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos? y, lo que es peor, ¿Adónde vamos?. Terrence Malick se desvía de los cánones de la narratividad y nos transporta a un universo donde hay vida y muerte, luces y sombras, fe y no fe, origen y destino...

Si el cine es contar historias entendibles a la primera y que el espectador genere en su cabeza una opinión sobre el film en cuestión nada más verlo, "El árbol de la vida" no es cine, pero si el cine es juntar imágenes y provocar una sensación, agradable o no, en la mente del espectador, "El árbol de la vida" lo consigue de una manera tan poética como ya lo consiguiera en 1968 Kubrick con su "2001. Una odisea del espacio"

Es una película que no importa como empieza ni como acaba, importa verla o no verla. A lo largo del metraje se nos va ofreciendo imágenes del cosmos, imágenes subacuáticas o imágenes generadas digitalmente con un acompañamiento musical que juntos crean una sinfonía audiovisual digna de ver y disfrutar. Mis ojos han experimentado un orgasmo y mi alma se ha encogido ante tanta belleza. Aun así, entiendo que haya habido espectadores que se hayan levantado de su butaca y se hayan sentido estafados. Mi consejo es que no se vayan, que la acaben de ver aunque sólo sea por disfrutar de un digno espectáculo.

La severidad de un padre (Brad Pitt) choca con la dulzura de una madre (Jessica Chastain)...Unos padres que pierden a un hijo, unos hermanos que pierden a un hermano...A raíz de ese acontecimiento, la historia es un cúmulo de preguntas, casi todas de ellas sin responder en los millones de años de la Humanidad...Cada uno tiene su visión sobre el origen del mundo, de la vida, de la muerte, pero Malick consigue que todos nos cojamos de la mano y lancemos al aire un interrogante común...

Quizá lo que menos me ha gustado haya sido Sean Penn; no por su interpretación, que siempre me ha gsutado, sino por el poco provecho que se le saca a su personaje y a su consecuente aparición en pantalla. Brad Pitt, al que por fin ya se le nota algo el paso de los años está, como muchas veces, genial, se quitó de encima su traje de guapito y se puso el de buen actor hace ya unos años. La cara casi angelical de Jessica Chastain te atrapa.

Es arriesgado y agradecido en igual medida el trabajo de Terrence Malick, demostrando que salirse del molde no significa no gustar sino que simplemente tu éxito depende de un grupo más reducido de espectadores, con lo cual la satisfacción puede ser mucho mayor. El éxito (no comercial) de una película no creo que vaya acompañado del número de espectadores que la han visto sino de que los que la hayan visto sigan hablando de la película días después de haberla visto. Claro está que, hoy en día, es difícil pensar que una película se haga sin pensar en el resultado de taquilla, pero en ésta da la sensación de que Malick ha querido hacer su obra y la ha hecho sin pensar en recaudaciones...; evidente es también que si además del éxito de crítica consigues, al menos, reembolsarte lo invertido, mejor que mejor. Cuanto más azúcar más dulce. Un 8 sobre 10.

1 comentario:

Anna dijo...

Disiento, es un peñazo...mira que disfrute con El Nuevo Mundo o La delgada linea roja...pero esta no la aguante ni media hora...justo con todo el rollo del big bang...