Lo que no hay lugar a duda es que a Kim Ki-duk no le gusta la palabra, salvo en su "Arirang" (también comentada en este blog) donde es precisamente la palabra, su propia palabra, la protagonista de la película. En "El arco" no hay prácticamente diálogo, como viene siendo costumbre de este director surcoreano. De hecho la he visto en versión original sin subtítulos y puedo asegurar que no me he perdido nada de la historia. No quisiera imaginarme un hipotético trabajo conjunto de Kim Ki-duk y Woody Allen. Acabarían hospitalizados en un psiquiátrico.
Es la historia de un anciano que vive en un barco con una joven que rescató hace tiempo. Viven en medio del mar, como si de una pequeña isla se tratara. En el barco da cobijo esporádico a otros pescadores para que lo utilicen como muelle y pesquen en el centro de la inmensidad marina. El anciano protege a la muchacha de todo pescador que trata de propasarse con ella, pero esa protección no es más que un signo de posesión y envidia. Su único arma es un arco, hecho por él mismo y que, a la vez, lo utiliza como instrumento musical y como objeto con poderes adivinatorios.
El único contacto con la civilización de la muchacha sucede cuando entre un grupo de pescadores llega un joven escuchando música en su mp3. Ella, inmediatamente, se enamora de él. (Hasta aquí puedo escribir)...
Kim Ki-duk sabe que contar historias es más imagen que palabra y en eso, en la imagen, es un poeta. Todas sus películas tienen su dosis poética con moraleja incluida. No estamos hablando de su mejor film, ni mucho menos, pero sí de un buen producto. Un 6 sobre 10
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