Aunque no es su mejor obra, Kim Ki Duk ha demostrado que se ha levantado tras un período de depresión y frustración que él mismo cuenta en "Arirang" (también en este blog). Y parece haberse levantado con un toque de soberbia y egocentrismo más acentuado todavía. Ya en los títulos de crédito iniciales nos recuerda que éste es su decimoctavo filme. Considero que no es necesario.
Quizá estemos ante la obra más inusual del surcoreano en cuanto al tinte comercial que emana, pero su trasfondo es indudablemente "kimkidukiano". Muchas metáforas, imágenes hirientes y una moraleja.
Un thriller al más puro estilo del cine actual de Corea del Sur que vuelve a poner el tema de los discapacitados (o lisiados como dicen en la película) en tela de juicio. Lo mejor: que a pesar de sus escenas violentas, no consigues apartar la mirada. Lo peor: el papel principal a manos de Lee Jung-Jin; parece ser un actor de moda en Corea del Sur, pero quizá lo sea para otro tipo de cine, no el de Kim Ki-Duk. Un 7'5 sobre 10.
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