El aún joven director Paul Thomas Anderson (42 años), nos cuenta como en la América de la posguerra empieza a fraguarse una especie de religión llamada Cienciología. Ante tanto abatimiento general, no es de extrañar que pronto tuviera seguidores incluso fuera de las fronteras norteamericanas.
Al margen del argumento, que gusta pero no apasiona, las interpretaciones de Joaquin Phoenix ("Galdiator", "Two lovers"...) y Philip Seymour Hoffman ("Magnolia", "Truman Capote"...), elevan la cinta a la calidad de notable. Un duelo interpretativo que, a mi parecer, lo gana Phoenix en el último minuto. Quizá haya sido su mejor interpretación, al menos de las disfrutadas por mí. Pocas veces un demente ha sido tan creíble en el celuloide.
Paul Thomas Anderson no consigue enganchar con su historia tal y como sí lo hizo en "Magnolia", cinta coral que fue merecedora de más reconocimiento. Sólo contaba con 29 años en su haber. Queda Anderson para rato y, bien seguro, lo disfrutaremos. Un 7 sobre 10.
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