Una casa se convierte en el objeto de las diferencias entre nuestros dos protagonistas. Para ella (Jennifer Connnelly), lo es todo; está pasando un mal momento personal y no quiere que la obliguen a abandonar su casa de toda la vida. Para él (Ben Kingsley) no es más que el lugar donde quiere instalarse con su familia para poder llevar a cabo su sueño americano tras haber dejado su Irán natal.
A simple vista podría ser perfectamente el guión de una tv movie de siesta, pero conforme avanza, entras en un remolino de misterio en el que no sabes por dónde van a salir las cosas. El mal se palpa desde que a ella se le mete un clavo en la planta del pie, y es que si le quitan la casa, la dejan coja.
Con tres grandes interpretaciones de Connelly (posiblemente la cinta en la que más guapa aparece a pesar de su papel), Kingsley y Shohreh Aghdashloo (mujer de Kingsley en la historia), se trata de una película casi notable. Un 6'5 sobre 10.
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