Ben Affleck consigue con su tercer largometraje consolidarse como un gran cineasta. Pocas veces un actor que se pasa a la dirección cosecha más éxito en su nueva faceta, éxito de verdad, no notoriedad. Demuestra que con un buen guión y ganas de trabajar se puede hacer algo grande.
En ciertos fragmentos consigue recordar al Steven Spielberg de "Munich", quizá por la estética setentera o quizá por la manera de contar un hecho real de un modo más que notable.
Como ya ocurriera con "The town", Affleck se dirige a sí mismo además de dotar de protagonismo al resto de secundarios de manera perfectamente dosificada. Cada uno tiene su momento e importancia dentro de la historia.
Como no hay dos sin tres, el que hizo de amigo de Will Hunting, está en la senda para convertirse en un grande del cine contemporáneo si es que todavía no lo es. Le auguro éxito en los próximos y cercanos Oscars. Un 7'5 sobre 10.
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