Después de un pasado delictivo, el joven Robbie decide que ha llegado el momento de sentar la cabeza (sobretodo porque ha sido padre); aunque no consigue despojarse de esa imagen de chico travieso, quiere poner punto y final a una etapa haciendo lo que mejor ha sabido hacer hasta el momento, ser un rebelde y, en esta última, con causa.
Ken Loach y su guionista Paul Laverty, parecen recuperar su relación con el cine social y político que tanto han marcado sus carreras.
En este caso nos ofrecen un recorrido por el mundo de las destilerías de whisky escocesas con buenas dosis de humor, de intriga y de crítica que deja un regustillo final muy agradable propio del mejor de los whiskys
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