2 de marzo de 2013

"13 tzameti". Somos números.

Pocos son los debutantes que consiguen que su primer film se convierta en película de culto. Éste es el caso de Géla Babluani, que con poco presupuesto (su propio hermano George es el protagonista), pero con un buen guión, una banda sonora acertada y un uso inteligente del blanco y negro consigue que te adentres en un ambiente que ni siquiera quieres llegar a imaginar.

El comienzo lento y pausado nos da paso a una segunda mitad frenética, no por la acción, sino por lo que se cuenta y, peor aún, por lo que se ve. La tensión va creciendo conforme la adrenalina sudada por nuestro protagonista hace acto de aparición. Cuando no somos nombres sino números, es más fácil que se pueda jugar con nuestras vidas, como si de un juego de azar se tratase. La bombilla al encenderse es testigo circunstancial de lo retorcida que puede llegar a ser la mente humana. Una vez entras en el juego, jamás volverás a ser el mismo ni aunque la suerte te coja de la mano. 

Final excelente; Babluani no quiere regocijarse en el sufrimiento del espectador y su historia cuenta con un desenlace rápido (lo cual se agradece) pero acongojante. Un 7 sobre 10.

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