Un botón de muestra de que se puede hacer una buena película de ciencia-ficción sin recurrir prácticamente a los efectos especiales. Tal y como hizo Kubrick en su "2001: una odisea del espacio", pero aquí en lugar de Hal 9000, tenemos a Gerty, una especie de emoticono robotizado que habla y vela por el cuidado de nuestro protagonista (Sam Rockwell). A pesar de cierta lentitud, la atención del espectador no se ve atacada, quizá porque el trabajo de Rockwell en todas sus facetas es excelente.
Está muy bien el sentido poético de que la luna y su energía en forma de helio puede salvar a La Tierra, pero para llevar a cabo esa faena es necesaria la presencia de Sam Bell, un astronauta que emigra a La Luna, sí sí, a La Luna por un período de tres años. Cuando sólo le restan dos semanas para regresar a su hogar terrícola, descubre que no está solo, ¿o sí?, ¿o es que si alunizas, alucinas?. Muchos detalles moralistas que, algunos de ellos, conmueven.
Duncan Jones (director e hijo de David Bowie) emplea muy bien sus manos y su mente para sumergirte de lleno en otra odisea espacial, pero quizá peca un poco al querer despistarnos de algo que más o menos lo teníamos claro. Si te gusta la ciencia-ficción, te gustará y si no, pues casi seguro también. Un 7 sobre 10.
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