Rachel Weisz vuelve a demostrar que es una actriz de primera línea. Ella sola, como en la oscuridad de la historia, se come la cámara. Una mujer entre dos hombres: su marido, un juez al que sólo le une el cariño y un anillo, y un expiloto apuesto al que realmente sólo le une lo carnal. Con este panorama parece que quiera sumirse a la soledad del profundo mar azul, como reza el título.
Además de la interpretación de Weisz, la película adquiere cierta notoriedad por su fotografía y su dirección artística en contrapunto con una banda sonora que a veces chirría en el oído del espectador.
A pesar de haber sido bien recibida por la crítica especializada, considero que es una cinta que, una vez vista, no se queda para largo en la memoria del espectador. Un 6 sobre 10.
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