Hüseyin Yilmaz, es el inmigrante un millón uno de Alemania. Fue buscando un trabajo y lo encontró. Al principio viaja solo para asomar la cabeza, pero cuando las cosas le van mejor, deciden que sea toda la familia -mujer y cuatro hijos- la que se instale en Alemania, con todos los cambios culturales que ello conlleva. Unos cambios cuyo reflejo en la pantalla son la nota más cómica del film. En la actualidad, Hüseyin, en una comida familiar, anuncia a toda su familia que desea volver a Turquía donde ha comprado una casa. La noticia no es, en principio, bien recibida, más cuando él y su mujer tienen recién adquirida la nacionalidad alemana. Por mucho que haya sido el país donde ha vivido, trabajado y criado a sus hijos, no le hace ninguna gracia la nacionalidad alemana. Él se siente turco y quiere que sus hijos se empapen de la cultura turca. Pero cuando el choque cultural es tan grande, es muy difícil de controlar.
Aunque retrata una historia ya vivida en la segunda mitad del siglo pasado, podría retratar una historia que se está empezando a vivir otra vez en la segunda década del actual siglo. Es fácil criticar a la inmigración cuando vives acomodado y no sabes que el día de ayer eran nuestros padres y tíos los que debían buscar trabajo fuera de su país.
Todo está contado desde el sentido del humor, un humor burlón pero no ofensivo, al menos en intención. Siempre viene bien que una historia que, perfectamente podría ser un drama, se te cuente en clave cómica, aunque ello vaya en cierto detrimento de su verosimilitud. En ciertos momentos puede recordar a "Bienvenidos al Norte" por el tema de la dificultad idiomática.
Debut prometedor en la dirección de Yasemin Samdereli que, junto a su hermana Nesrin, guionista de la misma, se tiran a la piscina con un proyecto que llevaba estancado diez años. En esta ocasión, la piscina rebosa agua por todos los costados. Un 6'5 alto sobre 10.
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