15 de abril de 2012

"Shame". La toxicidad del sexo.


Cuando el sexo se convierte en una vía de escape para llenar tu vacía vida, no es disfrute sino enfermedad. Michael Fassbender ("Malditos bastardos", "X-Men, Primera generación"...), interpreta a Brandon, un joven apuesto, con un buen trabajo y con éxito, mucho éxito con las mujeres, con las mujeres que se le antojan. Seguramente este tipo de personas pueden levantar la mala envidia entre los hombres, pero Fassbender consigue con su interpretación cogernos de la mano y trasladarnos desde lo más alto hasta lo más bajo del ser humano en su vertiente masculina. Su vida gira por, para y en torno al sexo. Bien sea por internet, bien sea con alguien del trabajo, bien sea con alguna mujer que se ha encontrado en el metro o bien sea consigo mismo, Brandon sacia su sed sexual sí o sí.

Aunque parezca lo contrario, Brandon sufre una infelicidad supina. El punto de inflexión lo sufre cuando irrumpe en su casa su hermana Sissy, interpretada notablemente por Carey Mulligan ("Orgullo y prejuicio", "An education"...), una chica con tendencias suicidas que su trabajo como cantante no le da para emanciparse; necesita de su hermano, el cual no parece muy dispuesto a acogerla en casa y, cuando lo hace, no hace otra cosa que incordiarle y perturbar la pequeña burbuja en la que vive. Él no se siente capaz de hacerse cargo de su hermana pero, al fin y al cabo, es su hermana, no quiere cuidarla pero tampoco quiere que le ocurra nada. En cierto momento de la historia, Brandon parece replantearse su vida y su situación.

Steve McQueen, director británico que debutó con su anterior "Hunger" (aún por ver) cuyo protagonista también es Fassbender, sabe lo que se hace. Si un plano además de ser fijo tiene que durar varios minutos, pues que así sea. Este tipo de planos con cargas interpretativas son, casi siempre, más efectivos que aquellos en los que el cineasta se rompe la cabeza con movimientos de cámara imposibles. Auguro un buen futuro a este binomio McQueen-Fassbender, aunque trabajen por separado. McQueen lleva a cabo una dirección sin pretensiones, transmite en cada momento lo que toca transmitir. Pocas veces he visto escenas de sexo tan bien plasmadas en una pantalla. No busca el babeo, sino que busca y encuentra transmitir el sentimiento de su protagonista, de cómo éste se encuentra preso de su propio cuerpo; su alma quiere escapar, pero su cuerpo no le deja. Un 8 sobre 10

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