28 de abril de 2012

"Hunger". Hambre de cine.


Steve McQueen ha demostrado en su ópera prima que, como su título, tiene hambre, mucha hambre de cine. Habiendo visto "Shame", su segunda película, se confirma que este negro y orondo director británico sabe lo que se hace. Hay que seguirlo de cerca. 

En Hunger se nos cuenta la huelga de hambre a la que se autosometieron presos del IRA tras los duros acontecimientos de 1981. Michael Fassbender, que interpreta a Bobby Sands, uno de esos presos, nos deja con la boca abierta por su interpretación y su transformación física.

Es ese tipo de películas cuya dirección, estructura narrativa e interpretación dejan el guión en un segundo plano. No quiero decir que el guión sea flojo, todo lo contrario, pero el trabajo arriesgado de McQueen, atendiendo a que es su debut cinematográfico, consigue que veas más allá de la propia historia, una historia dura, una historia tristemente real, una historia que te absorbe de principio a fin.

Es destacable la secuencia en la que Bobby mantiene una conversación con un sacerdote católico. Es un plano fijo, sin cortes y de un cuarto de hora de duración. Es como si no te dieras cuenta de la presencia de la cámara, la cual se sitúa como si te sentases en un banco a observar y escuchar a los personajes.

Consejo de cinéfilo: si quieres sentarte a verla que sea con el estómago vacío aun sabiendo que dos horas más tarde de que termine el film tampoco probarás bocado. "Hunger" te deja vacío, bien sea por su narración o bien sea por la historia que cuenta. Espero que este consejo no vaya en detrimento de poder disfrutar de una gran película que te dejará con hambre de Steve McQueen, con hambre de Fassbender y, en definitiva, con hambre de cine. Merece la pena; y mucho. Un 8 sobre 10.

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